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Violeta Parra
Violeta tuvo 9 hermanos: Nicanor, Hilda, Roberto, Eduardo, Lautaro, Elba, Caupolicán, Olga y Óscar. El mayor, Nicanor, se tituló de profesor de matemáticas y, con el tiempo, se transformó en uno de los principales poetas de la historia de Chile. Hilda tuvo en un inicio un desarrollo musical paralelo al de su hermana: junto con Violeta constituyeron un dúo folclórico de importante presencia en la radio, transformándose en una de las figuras principales de la música popular tradicional chilena en la década de 1950. Eduardo y Roberto, por su parte, desarrollaron el folclor urbano en una carrera a veces silenciosa, pero inmensamente significativa, influyendo notablemente en la música popular a partir de los años 1980.
De los hijos de Violeta, Ángel e Isabel fueron quienes desarrollaron las más destacadas carreras musicales. Siguiendo los pasos de su madre, fueron figuras relevantes en el ambiente musical chileno de fines de la década de 1960 y comienzos de los años 1970, período que sería truncado por el golpe de Estado de 1973. La Nueva Canción Chilena tuvo en ellos a dos de sus principales exponentes, junto a Víctor JaraRolando Alarcón y Patricio Manns, por nombrar algunos, así como dos de las principales figuras de la expresión musical desde el exilio.
Tita Parra, hija de Isabel, ha desarrollado una carrera en la interpretación de música de raíz folclórica; su hijo, Antar Parra, fallecido de manera prematura en 2010, la acompañó frecuentemente en sus actuaciones aportando con sus estudios de música clásica. Ángel y Javiera, hijos de Ángel, y Colombina, hija de Nicanor, han desarrollado sus carreras musicales desde la música rock y jazz.
Música popular en tiempos de dictadura
La Dictadura Militar trajo con ella una serie de censuras no sólo políticas, sino también culturales, en este sentido, la música se vio afectada profundamente. Desde la Dictadura se comenzó a censurar la música que insinuara o tuviese relación con pensamientos revolucionarios o hippies, de una forma brutal, con torturas y asesinatos de artistas nacionales. Con esto, el miedo se hizo protagonista en el país, lo que conllevó a un «apagón cultural». La música del momento demostraba una inconexión con la realidad, se produjo un constante auge de música en inglés como también música de distintos países de habla hispana. En una Dictadura naciente, eliminar el progresismo fue una tarea que se llevó a cabo muy estrictamente por el régimen, detener o eliminar de raíz pensamientos socialistas o «hippies» se hizo común. Es en esta primera etapa cuando grandes artistas con mensajes claros sobre lo que sucedía en el país fueron callados abruptamente, claro ejemplo es el caso del cantautor Víctor Jara asesinado el 16 de septiembre de 1973 y el cineasta Jorge Müller, entre otros. La censura cada vez se hizo más fuerte.
En conclusión, Chile es un país joven en lo que respecta particularmente a la cultura musical, las condiciones con las que se ha vivido por un gran periodo crea una forma particular de vivir lo que hace pensar que sea difícil un cambio radical en la música, pero el arte siempre ha estado estrechamente relacionado al riesgo, es una forma de avanzar y crecer. Hoy, nuevamente, podemos abrir nuestros sentidos para escuchar, ver y sentir, expandir la mente sobre conocimiento de distintas variedades artísticas. La sociedad chilena vuelve a vivir y despertar de un largo sueño que no necesita censura, sino las verdades de manera concreta.
«Yo soy un trabajador de la música, no soy un artista. El pueblo y el tiempo dirán si yo soy artista. Yo, en este momento, soy un trabajador. Y un trabajador que está ubicado con conciencia muy definida» Víctor Jara.
Al Principio de este ramo no entendía muy bien a que nos iba a llevar. Con el pasar de los meses comencé a tomarle el gusto a conocer nuevas personas a las cuales llegaba a estudiar con más profundidad en mi casa, y me quise centrar en violeta parra y la dictadura, porque siento que ahí ocurrieron cambios importantes, tanto en la sociedad como en el sistema de diario vivir.
He aprendido que fuimos un país reprimido de muchas cosas, tanto de tener libertad de expresar lo que sentimos y también fuimos obligados a seguir a una masa nefasta, con falta de imaginación. Es eso lo que me llama la atención de estos sucesos, que aun en una opresión de libertad así, hubieron personas que alzaron la voz, y que nadie pudo callar, que no pudieron detener ese instinto que tenían por promover lo que era diferente, y así me sentí identificada. Toco mi esencia, mi forma de pensar y mi forma de vivir.
Y fue así como el ramo me ayudo a tener un antes y un después. A poder cuestionarme en que sociedad vivimos, o como la historia nos ha marcado, como la música nos ha cambiado. Conocí facetas del arte que no pensé que existían, y que muchas personas han trabajado para ejercer estos cambios.






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